Según Gregorio Doval, experto en este tipo de cosas, en su libro "Del hecho al dicho":
Esta expresión se utiliza para designar a la persona que carga con las culpas y a la que se imputan las desgracias que las demás sufren.
El origen de la expresión lo encontramos en un antiguo ritual judío. Los judíos llamaban Chivo Expiatorio o Chivo Emisario al chivo sobre el que el sumo sacerdote hacia recaer los pecados del pueblo de Israel.
Se trataba de la fiesta judía de las Expiaciones, en la que el rabino purificado y vestido de lino blanco, elegía, en nombre del pueblo, dos machos cabríos jóvenes.
Se echaba a suertes el sacrificio de uno de ellos y le imponía las manos a aquel que se había librado de la muerte. De esta forma, el rabino hacía cargar al animal con las culpas del pueblo.
Un acólito conducía al chivo, al que se le daba el nombre simbólico de Azazel, a los confines del desierto en calidad de emisario y allí se le abandonaba a su suerte.
Un Chivo Expiatorio (del latín expiatorius) es la denominación que se le da a una persona que ha sido culpada por una falta que no cometió, eximiendo a alguien más de ella. En la antigüedad, se solía sacrificar a un chivo (joven macho de la cabra) en rituales religiosos con motivo de purificar las culpas por medio del sacrificio. La expresión proviene del latín expiatorius y significa literalmente antes de venerar.1
La expresión se menciona en La Biblia (Leviticus 16:8, 10, 26), en un ritual del antiguo pueblo de Israel para el cual mediante el azar se elegían dos chivos como ofrenda para Yahveh. Un chivo era sacrificado por el sacerdote durante el rito; el otro era cargado con todas las culpas del pueblo judío y lanzado al desierto. Este último era conocido como chivo expiatorio. En la actualidad se utiliza la expresión para denominar a aquél que ha pagado las culpas de otra persona o grupo, librando a estos de represalias.
Esta expresión se utiliza para designar a la persona que carga con las culpas y a la que se imputan las desgracias que las demás sufren.
El origen de la expresión lo encontramos en un antiguo ritual judío. Los judíos llamaban Chivo Expiatorio o Chivo Emisario al chivo sobre el que el sumo sacerdote hacia recaer los pecados del pueblo de Israel.
Se trataba de la fiesta judía de las Expiaciones, en la que el rabino purificado y vestido de lino blanco, elegía, en nombre del pueblo, dos machos cabríos jóvenes.
Se echaba a suertes el sacrificio de uno de ellos y le imponía las manos a aquel que se había librado de la muerte. De esta forma, el rabino hacía cargar al animal con las culpas del pueblo.
Un acólito conducía al chivo, al que se le daba el nombre simbólico de Azazel, a los confines del desierto en calidad de emisario y allí se le abandonaba a su suerte.
Un Chivo Expiatorio (del latín expiatorius) es la denominación que se le da a una persona que ha sido culpada por una falta que no cometió, eximiendo a alguien más de ella. En la antigüedad, se solía sacrificar a un chivo (joven macho de la cabra) en rituales religiosos con motivo de purificar las culpas por medio del sacrificio. La expresión proviene del latín expiatorius y significa literalmente antes de venerar.1
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