lunes, 9 de diciembre de 2019

Cuando la peste negra hizo el trabajo de los sindicatos

La peste negra, peste bubónica o muerte negra fue una pandemia de peste que asoló Europa durante el siglo XIV, entre 1346 y 1347, estalló la mayor epidemia de peste de la historia de Europa, tan sólo comparable con la que asoló el continente en tiempos del emperador Justiniano (siglos VI-VII). .

 La Muerte Negra asoló Europa. Acabó con más de la mitad de la población europea (unos 50 millones de personas de un total de 80) y con unos 100 millones en todo el mundo. Solo el África subsahariana y América se salvaron de la demoledora propagación de la bacteria Yersinia pestis, que se transmitió por culpa de las pulgas que llevaban las ratas.

Origen y propagación

La peste negra de mediados del siglo XIV se extendió rápidamente por las regiones de la cuenca mediterránea y el resto de Europa en pocos años. El punto de partida se situó en la ciudad comercial de Caffa (actual Feodosia), en la península de Crimea, a orillas del mar Negro. En 1346, Caffa estaba asediada por el ejército mongol, en cuyas filas se manifestó la enfermedad. Se dijo que fueron los mongoles quienes extendieron el contagio a los sitiados arrojando sus muertos mediante catapultas al interior de los muros, pero es más probable que la bacteria penetrara a través de ratas infectadas con las pulgas a cuestas. En todo caso, cuando tuvieron conocimiento de la epidemia, los mercaderes genoveses que mantenían allí una colonia comercial huyeron despavoridos, llevando consigo los bacilos hacia los puntos de destino, en Italia, desde donde se difundió por el resto del continente.
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El movimiento obrero surgiría como respuesta a la Revolución industrial, primero como resistencia a la propia industrialización, que destruía empleo, y más tarde como defensa de los derechos de los trabajadores, sometidos a las duras condiciones laborales de las fábricas. Las nuevas normativas europeas, desarrolladas a lo largo del siglo XIX, permitieron la creación de los sindicatos (en España la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores en 1870 y UGT en 1888).
Pero, caprichos de la historia o curiosidades de la vida, cinco siglos antes sería la peste la negra la encargada de "proteger" los derechos de los trabajadores y emprender una serie de reformas en favor de sus condiciones laborales.

El siglo XIV fue una de esas épocas en las que, si echabas la vista atrás, seguro que añorabas tiempos pasados y, si mirabas al frente, deseabas que terminase ya aquella centuria porque pasó de todo.
Eran los tiempos en los que el humanista Petrarca inicia una campaña en favor de recuperar la cultura clásica porque decía que tras la decadencia de Roma la creación artística y literaria había caído en su pozo sin fondo y que las musas se habían exiliado. Además, estamos en plena Guerra de los Cien Años, una guerra intermitente que mantuvo en armas a toda Europa durante 116 años. Y también comenzó la llamada Pequeña Edad Hielo que influyó en las cosechas. Por aquel entonces la sede papal se traslada de Roma a Aviñón (Francia), quedando los Papas bajo el control de los reyes de Francia y, en palabras de Petrarca, "adorando más a Venus y a Baco que a Jesucristo"... Y, para rematar la faena, la peste bubónica o peste negra, llamada así porque se pensaba que la transmitía directamente la rata negra. Aunque ueno, cuando llegó a Europa en 1347, proveniente de Asia en los barcos de los mercaderes, se culpó a los judíos...
La peste bubónica es una infección bacteriana grave transmitida principalmente por las pulgas. El organismo que provoca la peste bubónica, yersinia pestis, vive en los pequeños roedores y se transmite a los humanos por picaduras de pulgas que se alimentaron de roedores infectados o por personas que tocaron animales afectados. La forma más frecuente de la peste produce inflamación en los ganglios linfáticos (bubones) de la ingle, las axilas y el cuello. Diezmó la población mundial, sobre todo en Europa, donde fue la responsable de la muerte de unos 50 millones de personas... y de las mejoras laborales de los trabajadores.
La alta tasa de mortandad de la peste, que atacaba por igual a ricos y pobres, provocó una despoblación generalizada, siendo mucho peor en el campo que en la ciudad, hacia donde muchos campesinos huyeron buscando algún remedio milagroso de los profesionales de la medicina. Además, y aunque pueda parecer lo contrario, las ciudades eran más "seguras" porque la progresión de las enfermedades infecciosas es más lenta cuanto mayor es la densidad de población. Las pulgas tenían más víctimas a las que atacar y, por tanto, había más posibilidades de librarse de aquella macabra lotería.
El éxodo hacia las grandes ciudades permitió a estas compensar las enormes pérdidas de población y, a la vez, provocó una grave crisis de mano de obra en los feudos, las tierras que el señor otorgaba al vasallo en el contrato de servidumbre o vasallaje. El campo quedó despoblado, mientras la vida en las ciudades se revitalizaba. Los señores feudales que sobrevivieron, acostumbrados a vivir de las rentas que les proporcionaba el trabajo de sus vasallos, vieron cómo sus tierras se vaciaban, sus cosechas quedaban sin recolectar, las rentas agrarias caían estrepitosamente y los precios se derrumbaban. Así que, muy a su pesar, no les quedó más remedio que optar por vender o arrendar las tierras a precios muy bajos a quien las pudiera pagar o contratar a campesinos pagándoles salarios más altos. La peste negra había traído mejoras salariales para los campesinos y cierto poder en la "negociación colectiva en el sector agrario".
Aquella reconversión social y laboral permitió a terceros, ajenos al mundo rural, ocupar el puesto de aquellos señores feudales que tuvieron que vender o arrendar sus tierras. Aquellos terceros no eran otros que una nueva clase social, la burguesía. Estos habitantes de los "burgos" no eran ni chicha ni limoná: no eran señores feudales, pero tampoco siervos; no eran de la nobleza ni del clero, pero tampoco campesinos; eran mercaderes, artesanos o pertenecían a las llamadas profesiones liberales (médicos, letrados...). El auge de las ciudades en la Baja Edad Media había permitido a los burgueses acumular ciertas rentas que ahora, con los estragos de la peste negra, podían invertir en el campo y sustituir a parte de la vieja nobleza rural.
Los trabajadores del campo seguían siendo el eslabón más débil de la cadena agrícola y los nuevos jefes les "apretaban" para que la producción hiciese rentable su inversión. Pero, al contrario de las tradicionales estrategias de la nobleza para aumentar la producción -roturar más tierras y más horas de trabajo-, que habían quedado obsoletas y en aquel momento eran inviables, la burguesía introdujo nuevos métodos de cultivo y herramientas que racionalizaron el trabajo y permitieron aumentar la productividad con menos trabajadores.
Fuente:  https://www.eleconomista.es/historia/noticias/10241761/12/19/Cuando-la-peste-negra-hizo-el-trabajo-de-los-sindicatos.html