La
historia apunta hacia los siglos XV y XVI, cuando empezó a hacerse muy
popular la ciudad húngara de Kocs, situada a unos 70 kilómetros de
Budapest, (entre Viena y Pest). Kocs se convirtió en parada obligada
para todos los viajes entre estas dos capitales. De esta manera se
empezó a hacer muy común el uso de un carruaje caracterizado por ser el
único provisto de un sistema de suspensión para dichos viajes. Además,
destacaba por su comodidad frente a los carruajes tradicionales. Así
comenzó a hablarse del kocsi szekér, o sea el ‘carruaje de Kocs’,
símbolo de la excelencia.
De esta forma, el término kocsi pasó al alemán como kutsche, al italiano como cocchio y al español como coche.
En
serbocroata, se dice kocsikázik para designar la acción de dar un paseo
en coche. Por tanto, la palabra coach (coche) es de origen húngaro.
Designaba un vehículo tirado por animales para transportar personas, tal
y como declara Luis de Ávila en 1548 (Guerra de Alemania):
“Se puso a dormir en un carro cubierto, al que en Hungría llaman coche”.
De
la ciudad Kocs, se formó la palabra kocsi (pronunciada cochi). En una
obra de Fonseca de 1569, “coche” aparece integrada en el léxico español,
según atestigua el Diccionario de Autoridades (1729, s. v.).
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