Frente
a la avalancha de anuncios y campañas destinadas a promover en consumo masivo, la adquisición de marcas e,
incluso de productos alimenticios, las familias deben
asumir la tarea de inculcar valores de responsabilidad en el consumo a sus
hijos. Este esfuerzo debe transmitir la idea de que no es necesario efectuar un
gran desembolso económico, el consumo debe
realizarse con criterio y de acuerdo a ciertos principios y plantear una reflexión y una petición en pos
de un consumo responsable y guiado por valores que, además de permitir un
cierto ahorro económico, permita inculcar a los hijos valores de
solidaridad, generosidad y responsabilidad de cara a su formación como personas
que habrán de desenvolverse en un sociedad de consumo, todo ello entendiendo
que estos valores deben transmitirse en el ámbito de la familia, siendo una
conducta coherente con las afirmaciones el mejor y más eficaz sistema de
transmisión de estos valores.
Enseñar a cuidar las
cosas.
Ligado a lo anterior, para
poder reutilizar es preciso que nuestros hijos cuiden las cosas. Deben ser
conscientes de que tienen un coste y que ellos, sus hermanos u otros compañeros
pueden disfrutar de ellos más tiempo, sin que sea necesario estrenar cada
cierto tiempo. Con este esfuerzo inculcaremos a nuestros hijos valores como la
solidaridad, la responsabilidad y la generosidad.
Un hecho repetidamente demostrado que se produce en
cualquier compra es que el precio de un mismo producto puede oscilar
notablemente en función del comercio donde se adquiera. Por ello, es preciso comparar precios antes
de efectuar la compra optando por aquellos comercios que mejores ofertas nos
planteen. Las diferencias pueden ser significativas.
Nuestro esfuerzo de comunicación debe llevar a
nuestros hijos a entender el trabajo que existe detrás de cualquier zapatilla,
mochila o chándal y que es trabajo debe hacerse de acuerdo a mínimos de
dignidad razonables. Así debemos ayudarles a rechazar productos en los que no
queden claras las condiciones de trabajo en las que se han realizado y podemos hacer
especial hincapié en la explotación infantil.
Consumo sostenible medioambientalmente
Frente al aluvión
de marcas, publicidades y demás mensajes emanados de los medios de
comunicación, debemos trasladas a nuestros hijos la responsabilidad por el
cuidado del medio ambiente y la sostenibilidad del mismo. Debemos, por ejemplo,
explicarles que cada libro, cuaderno, etc. provienen de la tala de bosques y
que, en consecuencia, deben cuidar dichos materiales para que puedan tener una
vida más larga. Igualmente debemos concienciarles para que se eduquen en
costumbres como el reciclaje, la separación de vertidos, etc.
A
menudo la dinámica del consumo social nos lleva a tener que estrenar cada curso
una mochila, un chándal o unas zapatillas. Debemos se conscientes del gasto
económico y social que ello supone. Es por ello no debemos desechar las ropas, mochilas o materiales que puedan ser empleados
más allá del curso o por otros hermanos más pequeños.
Pero no
debemos confundir consumo responsable con consumir productos “verdes”,
“ecológicos” etc., ya que la base fundamental del consumo responsable reside en
el hecho de consumir solo aquello que necesitamos, pasando por alto las
necesidades creadas por el sistema en el que vivimos, la publicidad etc.
Basándonos
en el principio de las 3 Rs (reducir, reutilizar, reciclar) no solo aportaremos
nuestro granito de arena, sino que además actuaremos como ejemplo para las
personas con las que nos relacionemos, bien sea en nuestras intervenciones
socioeducativas o en nuestra vida cotidiana teniendo en cuenta que el consumo
no es solo aquello que compramos, sino todo aquello que utilizamos (energía,
medios de transporte, electrodomésticos etc.).
Fuente: FAPAR
No hay comentarios:
Publicar un comentario