Últimamente se está
hablando mucho de la crisis y todos conocemos las consecuencias bajadas de
sueldos, gente sin trabajo, personas que han perdido el piso que han comprado y
que estaban pagando su hipoteca, personas que tienen que emigrar a otros países
porque en su país no encuentran trabajo, etc.
En primer lugar, tenemos
que entender como se llegó a esta crisis para ello pongo este vídeo donde nos
explica como se llegó a la crisis actual.
La siguiente pregunta es: ¿Y si ésta vez es
diferente a otras crisis?
El problema principal que tenemos, es la DEUDA. Y aunque ahora mismo está
focalizada en Europa y en la crisis del Euro, la realidad es mucho más
peligrosa, porque EEUU tiene niveles de deuda similares a Europa. (con la
diferencia de que ahí sí utilizan la plancha de billetes sin tapujos, lo cual
es un peligro... a más largo plazo, pero un peligro real y quizá mayor). Veamos
con más detalle estos razonamientos de "economista-científico".
El gran
problema de la deuda.
No sólo están
endeudados los Estados
(europeos y americano), sino que también lo están los otros dos grandes actores
de la economía: las empresas
y las familias. Así, a
bote pronto, y sin entrar en más detalles, hay una "verdad" que se
impone: una deuda gigantesca, construida con constancia e irresponsabilidad
durante 40 años, no se va a poder devolver en 4 años. Y devolver deudas durante
al menos 10 años, significa consumir menos. Por lo tanto, no podemos esperar
una recuperación de la economía por vía del consumo interno (en Europa), que
tenderá a reducirse (o mantenerse bajo), porque tanto los Estados como las
familias, tienen que contener gastos (durante años). Eso sí, no olvidemos que
las economías no son sistemas cerrados, por lo que cualquier factor externo (ó
interno, pero rompedor), podría romper esta ecuación. Por ejemplo, alguna
invención ó nueva "revolución industrial", por no hablar de factores
demográficos (por ejemplo, inmigración masiva de fuera de Europa: mano de obra
y consumidores nuevos sin deudas).
Pero al margen
de factores "milagro", con los que no podemos contar (y mucho menos
para hacer previsiones), la realidad es que va a costar mucho recuperar el
consumo interno en Europa (puesto que parte de los recursos generados por el
trabajo deberán destinarse a devolver deudas y no a consumir), y por tanto las
economías europeas sólo podrán crecer vía exportaciones, donde el euro como
moneda fuerte es un obstáculo.
Así que como
economista, no veo ninguna solución que no sea dolorosa. Aunque hasta aquí no
tiene porqué significar que la crisis esté fuera de control.
El problema de
los bancos.
Aquí se mezcla
el problema de la deuda con las burbujas (principalmente inmobiliaria, en
España). El endurecimiento de los requerimientos de fondos propios a la banca
europea es una forma indirecta de asumir pérdidas. Se les pide un 9% de fondos
propios en previsión de pérdidas provocadas por impagos de deudas (de cualquier
tipo) ó desvalorizaciones de activos. Y aquí es donde la banca española tiene
un grave problema: la tasa de mora actual del 8% es alta pero asumible, porque
es comparable a la de 1993 por ejemplo. El problema viene cuando se plantea el
problema del suelo que los bancos tienen en balance, que se valora todavía a
precios "de mercado", como si se fuera a edificar algún día. Siendo
realistas, sabemos que pasarán años antes de que se construya ahí. Pero valorar
eso a precio "cero" significaría subir la tasa de mora a niveles del
18%, una locura. Y ahí no veo mucha solución...
El mercado interbancario la clave
Se habla mucho
de confianza, y donde más impacto tiene es en el mercado interbancario, origen
de la fluidez del dinero, del crédito tan necesario para el funcionamiento de
la economía real. Desde la crisis de 2008, no ha vuelto a funcionar bien (salvo
de forma temporal), y eso significa que los bancos europeos siguen sin confiar
en ellos mismos, entre ellos. No se prestan dinero ni de un día para otro, por
miedo a que alguno pueda saltar de la noche a la mañana. Ahí está la clave de
toda la economía, no para volver a la euforia de los 90, sino simplemente para
un funcionamiento normal.
¿Cómo volver a normalizar el sistema bancario?
En mi opinión sólo hay una solución: reconocer la realidad. Purgar excesos, es
decir, asumir pérdidas en todos esos activos de dudoso valor. En España, es
complicado porque podría significar la quiebra de varios bancos si tienen que
valorar no sólo los pisos al 50%, sino sobre todo el suelo a cero ó similar.
Ese es un problema particular de España, y diferente del problema de la banca
Europea que está más centrada en la deuda pública soberana de Grecia, Italia,
España...
En resumen.
Me entran los
miedos porque no veo cómo romper el círculo vicioso: endeudamiento excesivo de
Estados, familias, y algunas empresas; balances inflados en los bancos,
desconfianza mutua y mercado interbancario parado; consumo obligatoriamente
contenido mientras estemos en fase de devolución de deudas, y por tanto
economía que no puede crecer; si la economía no crece, los Estados no pueden
ingresar más vía impuestos, y les cuesta devolver las deudas.
Si no hay
dinero en circulación, además de bloquear a la economía real, también se
produce una deflación de activos,
donde la bolsa es uno de los principales activos a "deflacionar" (o
sea bajar los precios). De ahí mis miedos ante la imparable tendencia bajista
de la bolsa española (donde sólo el Ibex finge estar vivo, lo que representa
tan sólo un puñado de empresas). Como me gusta decir desde hace ya bastantes
meses, "habremos superado
psicológicamente (y por tanto también realmente) la crisis inmobiliaria, cuando
se desmonten las grúas que pululan en los miles de obras semi-abandonadas de la
geografía española".
La solución a
corto plazo sería que el BCE acepte
usar la plancha de billetes para financiar a la economía: los
Estados, los bancos, e indirectamente las familias y las empresas. Ahí está el quid de la cuestión, porque mientras en
EEUU ó en Reino Unido los bancos centrales aceptan y asumen esa función, en
Europa el BCE sigue la doctrina Alemana, donde el control de la inflación es la obsesión nº1. La hiper-inflación es lo que provocó la
subida al poder de Hitler, y la segunda guerra mundial. Eso está todavía muy
anclado en el inconsciente colectivo de Alemania, y explica la actitud
inflexible de Merkel.
Que por otro lado tiene razón, puesto que los eurobonos sólo serían un parche más para esconder todo
lo que Europa ha hecho mal en los últimos 20 años. Quizá terminen siendo
necesarias las dos cosas: garantizar disciplina fiscal, demostrar que los
políticos y los países de Europa pueden retomar el control de sus cuentas, y
sólo después, dar el espaldarazo final con la creación de eurobonos ó algo
similar, donde de una forma u otra, el BCE tendría que poner en marcha la
plancha de billetes... Ese sería el camino de la salvación. Y cuidado
porque si ésto ocurre, la subida en las
bolsas podría ser histórica.
Esta crisis llevará a la ruptura del EURO y a resucitar las
pesetas, los dracmas o las liras.
“Si España quiebra, ganamos un 300%”
Reza el dicho que "A perro flaco todo son pulgas". Algo así se puede aplicar a la economía española. La tasa desorbitada de paro, el déficit del Estado y las autonomías, la nueva reforma laboral y los recortes continuos en todas las partidas presupuestarias dibujan un panorama negro. Aún así, con la que está cayendo, hay gente que no tiene escrúpulos con tal de hacer negocio, hasta el punto de que son capaces de desear una quiebra de nuestro país para hacerse millonarios.
Lejos de ser una broma, esto existe y viene marcado por la especulación. Se puede preguntar si no a Carmel Asset Management, una entidad gestora estadounidense que ha tenido la osadía de publicar un informe en el que asegura que, si España quiebra, ganarán un 300% y se harán de oro.
La 'fórmula del éxito' presentada por la empresa tiene su base en la compra de CDS (Credit Default Swaps), una especie de seguros sobre un título de crédito que se convierten en rentables en caso de que este no pueda ser pagado o la entidad emisora incurra en suspensión de pagos. Haciendo una especie de comparación, sería como si un conductor contratara un seguro de coche y animara a todo el mundo a estrellárselo para poder cobrar una indemnización, simplificándolo mucho.
La compañía, por tanto, intenta ahora crear más desconfianza para que la deuda que subaste el Estado le salga cada vez más cara, ahogando así sus arcas. Lo hace a través de este informe, titulado "The pain in Spain" y recogido en medios internacionales como The Wall Street Journal, en el que enumeran varios puntos por los que, a su juicio, España está en peligro de quiebra. Entre ellos:
- Que nuestra economía tiene en realidad una deuda que alcanza el 90% del PIB.
- Que la vivienda caerá un 35% más.
- Que los bancos están completamente ahogados.
- Que nuestro mercado laboral es el menos competitivo de toda Europa.
- Que la UE no quiere ni puede rescatarnos.
Las premisas, sean ciertas o no, suponen un golpe bajo al unirlas con este afán de provocar el colapso de una economía que, al parecer, recibe muchos más ataques especulativos de los que creemos con fines interesados. Es, sin duda, la cara más salvaje y despiadada del capitalismo.
Por César Finca | Yahoo! Finanzas – jue, 12 abr 2012
Consecuencias de volver a la peseta.
Fuente: http://es.finance.yahoo.com/noticias/-C%C3%B3mo-salir-euro-volver-afp-2819612742.html?x=0
Esta
posibilidad, pese a parecer de "ciencia ficción", ha dejado de ser un
tabú para los economistas, que ya imaginan cómo habría que proceder, teniendo
como prioridad evitar crear el pánico en la población.
En un
primer momento, "las autoridades monetarias de la Eurozona cesarían de
considerar al euro como moneda común, iniciando una serie de procedimientos que
exigirían una nueva emisión de moneda por los bancos centrales
nacionales", considera Paul Reis Mourao, de la universidad portuguesa de
Minho (Kuala Lumpur: 5576.KL
- noticias) , en Braga.
Así,
las fábricas nacionales de moneda dejarían de imprimir euros -España, por
ejemplo, se encarga de los billetes de 5 y 20 euros- y se pondrían manos a la
obra con sus propias divisas durante meses.
Según
el Wall Street Journal, algunos bancos centrales europeos se preparan ya para
reimprimir sus monedas locales. Irlanda, citada en el artículo, lo desmintió
firmemente.
Pero,
apenas impresas, las monedas más débiles, como la peseta o el escudo portugués,
se devaluarían bajo la presión de los mercados, mientras que el marco alemán se
dispararía.
Esto
amenazaría con provocar el pánico de unas poblaciones cuyos ahorros podrían
perder un 50% de su valor, según varios estudios. Y si retirasen en masa su
dinero de los bancos, se produciría "un colapso absoluto del sistema
financiero de este país", advierte Federico Steinberg, economista del
instituto español Elcano.
Así
¿qué es mejor, actuar por sorpresa o explicar primero la idea a la población?
Las opiniones divergen. "Todo debería decidirse secretamente en una noche
y que al día siguiente los mercados y los bancos permanezcan cerrados al menos
durante doce horas para impedir a todos sacar su dinero", considera Franco
Bruni, profesor de la universidad italiana Bocconi de Milán.
"Una
manera de hacerlo sería anunciar un día, sin que nadie lo sepa antes 'estamos
congelando vuestras cuentas porque vamos a volver a la moneda original'",
piensa Gayle Allard, de la IE Business School de Madrid. "La dificultad es
que ésta es una economía muy grande. ¿Cómo fabricar suficientes billetes en
secreto?", se pregunta, no obstante.
Otros,
como el profesor de Economía Eduardo Martínez Abascal, tienen una opinión
diferente. Es necesario "hacer una campaña de comunicación espectacular,
para decir 'hemos llegado a la conclusión que hay que volver a la peseta y las
ventajas serán esto, esto, esto...'".
Una
divisa débil tiene sus ventajas, recuerda este profesor de la IESE Business
School de Madrid. Así, "Grecia podría vender al exterior a mitad del
precio; pasando a las drachmas, volvería a ser un país barato y así llenar el
país de turistas", afirma.
"Hay
un efecto maravilloso" si se sale del euro, señala también Allard,
"es que recuperas tu tipo de cambio, puede caer tu moneda y puedes empezar
a exportar".
Sin
embargo, existe el riesgo, previene Bruni, de que cada país intentase ser más
barato que su vecino emprendiendo una "carrera de devaluación".
Pero
con una moneda débil, los productos importados como el petróleo se volverían
muy caros.
"Sufriríamos
una pérdida de poder adquisitivo, con tendencia inflacionistas y una caída del
nivel de vida", admite Mourao. "Necesitaríamos 10 a 15 años para estabilizar
la situación".
Y la
deuda pública, ¿seguiría siendo en euros, empujando al Estado a la suspensión
de pagos, o se convertiría a la moneda local, lo que enfurecería a los
mercados?
Como
recuerda Steinberg, "introducir el euro fue un proceso muy delicado y muy
largo de planificación de más de dos años y entonces, lo ideal, si uno quisiera
abandonar el euro, sería tomar el mismo tiempo para deshacer eso".
"Lo que pasa es que si se produce una salida del euro, seguramente va a
ser abrupta y desordenada y, por lo tanto, mucho más complicada", agrega.
El año más difícil del euro
1. Juran y perjuran. "El euro no va a desaparecer", pregona Herman van
Rompuy, presidente del Consejo Europeo. "El euro es irreversible", asegura Mario
Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE). El presidente de la Comisión
Europea, José Manuel Barroso, conmina a "hacer todo lo posible para salvar el
euro". La canciller alemana, Angela Merkel, ha repetido hasta la saciedad que
"si el euro fracasa, fracasa Europa". El presidente francés, Nicolas Sarkozy,
advirtió en tono aún más apocalíptico antes de la última cumbre que "no habrá
una segunda oportunidad" para salvar el euro.
Este alud de proclamas revela mejor que ningún otro análisis la gravísima
situación en que se encuentra el proyecto europeo, cuando
el
1 de enero se cumplen los 10 años de la puesta en circulación de los
billetes y monedas del euro. La posibilidad de ruptura, de una implosión de la
eurozona, ha dejado de ser un imposible. El euro nació con un banco central
común, pero sin un Tesoro común: en medio de la Gran Recesión esa debilidad -esa
cojera- ha dejado Europa muy rezagada, a la intemperie. La crisis proporcionó
una opción para remediar esa deficiencia, pero Alemania no lo pone fácil: ha
impuesto el palo de la austeridad, pero de momento no hay mucho más: nada de
zanahoria. Berlín está en desacuerdo con el resto del mundo en su temor a la
inflación más que a la recesión y, por encima de todo, los alemanes no quieren
ser quienes paguen los platos rotos del resto de Europa. "Berlín quiere que los
demás paguen por sus pecados. Incluso los mejores economistas alemanes han
sucumbido a este cuento moralista. Sin esa fuerza motriz que ha sido Alemania
durante años, la integración europea está en punto muerto", explica Paul de
Grauwe, del Centre for European Policy Studies (CEPS).
2. Crisis múltiples. Nicolas Veron, investigador de Bruegel, un centro
de estudios de Bruselas, subraya las múltiples dimensiones que está adquiriendo
la crisis: "En el frente de la deuda soberana no hay acuerdo a la vista sobre la
reestructuración de Grecia, mientras que España e Italia se enfrentarán a
mayores necesidades de refinanciación en 2012. En el frente de las reformas
institucionales, la cumbre de diciembre no logró una verdadera unión fiscal y
las tensiones con Reino Unido están al rojo vivo". El sistema bancario, añade
Veron, "personifica muchas de las contradicciones del experimento europeo de la
Unión Monetaria". Los sucesivos fracasos de las repetidas pruebas de resistencia
efectuadas revelan que nadie sabe cuál es su situación real: no sabemos cómo
están los bancos. Solo sabemos, como recordaba hace pocos días un alto
funcionario del BCE, que "desde hace meses el crédito está paralizado". Eso
tiene consecuencias potencialmente desastrosas: "Una economía capitalista es una
economía basada en el crédito. Cualquier cosa que reduzca severamente el flujo
del crédito es perjudicial", explica Antonio Torrero, de la Universidad de
Alcalá.
3. El éxito (inicial) del euro. La corriente del crédito se alimenta
de la confianza en que en el futuro se cumplirán los compromisos que se
conciertan en el presente. El problema es que esa confianza se ha evaporado. Las
incertidumbres actuales han pulverizado buena parte de los éxitos del euro. El
expresidente del BCE Jean-Claude Trichet destacaba hace seis meses uno de los
grandes éxitos de la eurozona: "Se han creado más de 14 millones de empleos
desde el nacimiento de la zona euro, comparados con los ocho millones de Estados
Unidos en ese periodo". El problema es que aun así más de 23 millones de
personas están en paro, y en el último medio año la situación se ha deteriorado.
La falta de crecimiento y de empleo están convirtiéndose en problemas crónicos.
Bruselas pronostica para 2012 un ligero aumento del paro.
No habrá grandes festejos para celebrar el aniversario del euro: el único
gesto será la acuñación de 90 millones de monedas conmemorativas de dos euros.
No están los tiempos para celebraciones.
4. Beneficios. A sacudidas. Lo que no se puede negar es que el BCE ha
conseguido mantener la inflación por debajo del 2% durante los últimos 12 años.
"Es el mejor resultado de todos los bancos centrales durante los últimos 50
años, incluido el Bundesbank", dijo Trichet en una airada respuesta a un
periodista alemán en una de sus últimas ruedas de prensa.
Pero ese dato tiene su envés. La salida de un país del área euro ya no es
ciencia-ficción, y los bancos se han dedicado en los últimos meses a cuantificar
sus efectos devastadores. Ansgar Belke, del prestigioso instituto alemán DIW, es
rotundo: "Los costes del peor de los escenarios (una ruptura de la zona euro,
que sería una especie de día del juicio final) son demasiado grandes para ser
cuantificados". Y sin embargo, la paradoja es que solo con un
shock
adicional la eurozona puede dar los pasos necesarios para salvar el proyecto.
Europa suele avanzar a sacudidas. Pero es complicado jugar con fuego: ese
shock debe ser lo suficientemente rotundo como para que la eurozona se
mueva en la dirección adecuada, y a la vez no debe sobrepasar un punto de no
retorno para que ningún país cruce la línea, decida que es preferible salir del
euro y genere problemas de inestabilidad.
5. Errores en cascada. La crisis europea se desató por la incapacidad
de la UE de solucionar las dificultades de Grecia, que supone el 2% de la
economía europea. El Gobierno socialista de Atenas descubrió en octubre de 2009,
tras ganar las elecciones, que el déficit real de ese año era del 12,7% del PIB,
el triple de lo declarado por el anterior Gobierno conservador. Los intereses de
su deuda se dispararon. Durante meses la UE fue incapaz de encontrar una
solución. Como consecuencia, el mal griego se fue contagiando a otros países
como Portugal e Irlanda, que tuvieron que afrontar costes de financiación de sus
deudas crecientes. Durante la primera década del euro, prácticamente toda Europa
pagaba lo mismo por su deuda: a partir de la crisis griega resurgieron las
primas de riesgo, que reflejan el sobrecoste que pagan los países menos fiables
para financiar su deuda con respecto a Alemania.
6. Riesgo mundial. La cuestión es que el problema de un pequeño país
se convirtió a partir de febrero de 2010 en un problema para el euro. Y va a
más: "Las dificultades de la eurozona son la mayor sombra sobre la economía
global. Y no tienen respuesta fácil. Una mayor integración política no es
sencilla. La salida de los países más débiles es políticamente inaceptable. La
única solución realista es una interpretación expansiva del mandato del BCE",
resume Kenneth Rogoff, ex economista jefe del FMI.
7. No te ayudo ni dejo que te ayuden. Grecia es la piedra filosofal
del tremendo lío europeo. Nadie va a confiar en Europa si la UE no puede hacerse
cargo de su socio más débil. En los dos últimos años el rosario de
equivocaciones es interminable. El primer error grave fue la negativa de los
líderes europeos a permitir que Grecia negociara una ayuda con el FMI. Mientras
la situación se iba pudriendo, el coste de la prima de riesgo griega se
disparaba. Merkel, pendiente de sus elecciones en Renania del Norte-Westfalia y
conocedora de lo impopular que era la ayuda a un país que había hecho trampas,
fue manteniendo una actitud ambigua que oscilaba entre ofrecer fondos con
durísimas condiciones y amenazar a los países con déficits desbocados con la
expulsión del euro. Perdió esas elecciones, y muchas otras, incluso en feudos
tradicionales de su partido.
8. Primer remiendo. La situación estalló a principios de mayo de 2010,
en medio de una crisis bursátil internacional que despertó la alarma en Estados
Unidos y China. La UE y el FMI acordaron conceder una línea de préstamos de
110.000 millones a Grecia. Pero la ayuda llegaba tarde, era muy cara y a muy
corto plazo. A ese remiendo para Grecia se le han superpuesto varios parches.
Sin éxito.
Aquel mes de mayo también se aprobó el primer fondo de rescate temporal, que
debía ayudar a los países con dificultades con una potencia de fuego de 440.000
millones. El fondo ha sido otro fracaso. Primero se comprobó que su capacidad
real era inferior. Luego se vio que le era muy difícil captar recursos en los
mercados. Al final, el BCE se ha hecho con las riendas, pero persisten dudas
sobre si tiene munición como para lidiar con casos como el italiano y el
español.
9. El BCE como cortafuegos. A partir de mayo, el BCE empieza a comprar
deuda de países en dificultades. Aunque muy racionada, constituye la única
medicina disponible. Hasta el momento ha adquirido deuda de Grecia, Irlanda,
Portugal, Italia y España por 211.000 millones. Pero son compras de poco volumen
(comparadas con las de Estados Unidos o Reino Unido) y con la boca pequeña.
Trichet y Draghi se han parapetado tras el Tratado, que prohíbe a la UE
financiar deudas de los Estados. Destacados economistas vienen reclamando una
acción más decidida. "Solo el BCE puede parar el contagio", según De Grauwe.
"Detener la crisis requiere una revisión fundamental de las instituciones de la
zona euro. Y la parte más importante es asegurarse de que el BCE asumirá toda la
responsabilidad como prestamista de última instancia en el mercado de
bonos".
10. Un pozo sin fondo. El trasfondo de la crisis está en una banca que
ha adquirido un tamaño descomunal y que ha acumulado pérdidas en sus operaciones
especulativas, primero en Estados Unidos (con las hipotecas locas) y después en
Europa, con sus burbujas inmobiliarias y otros riesgos. La Comisión encargó a un
grupo de expertos el diseño de un sistema de supervisión a escala europea. Su
propuesta inspira la creación de tres autoridades en materia de banca, Bolsa y
seguros. Pero las reformas del sistema financiero van muy lentas y son de escaso
calado. Como señala con lucidez Bernardo de Miguel en su libro
Qué está
pasando, "al final, cada vez que la UE o Estados Unidos han intentado
arremeter contra alguna parte del mercado financiero presuntamente peligrosa han
acabado rebajando la ofensiva".
Europa sabe poco de sus bancos. La primera prueba de resistencia, en julio de
2010, fue un fiasco. Se analizaron 91 bancos, suspendieron siete y las
necesidades de capital fueron mínimas: inmediatamente después se hundieron los
bancos irlandeses. Un año después se repite el error: en julio de 2011 suspenden
ocho entidades, cinco de ellas españolas, y se detecta un agujero de 2.500
millones. Un mes después, el FMI lanza una cifra ocho veces mayor al apuntar que
las necesidades reales de la banca europea son de 200.000 millones. Bruselas
carga contra el FMI, pero al final Europa acabará admitiendo que ese dato es
razonable. "Poco, tarde y mal, ese ha sido el problema que ha arrastrado la
eurozona en todos los flancos, también con la banca", señala Ángel Ubide, del
Peterson Institute.
11.
Merkozy o cómo meter la pata. Ahora todo el mundo lo dice: en
Bruselas, en el BCE, en muchos Gobiernos ya nadie oculta que la exigencia de
Merkel secundada por Sarkozy de que los bancos deben asumir parte del coste de
la crisis tiene tanto de sentido justiciero como de infantil. A primera vista,
todo el mundo estaba de acuerdo con Merkel en que los bancos cargasen con parte
de las pérdidas, sobre todo si se piensa que son quienes más responsabilidad
tienen en lo ocurrido. Pero los bancos no podían resistir la más mínima carga.
Por esto Trichet, el mejor conocedor de la situación, se opuso radicalmente a
esa endiablada propuesta.
La idea de Merkel implica que los tenedores de bonos paguen una parte de la
pérdida de su valor. En Europa la mayor parte de la deuda pública está en manos
de los bancos: eso equivale a reconocer que los propios Estados les dicen a los
bancos que la deuda que emiten no vale lo que efectivamente dice el título. Ese
mensaje provocó la caída de Irlanda, cuyos bancos recibieron el último empujón
hacia el abismo. A finales de noviembre de 2010, la UE y el FMI tuvieron que
salir al rescate de Dublín con una ayuda de 85.000 millones.
12. El directorio germanofrancés (antes francoalemán). Uno de los
muchos efectos perversos del creciente protagonismo del directorio
germanofrancés es que ha acabado por neutralizar las instituciones europeas,
especialmente la Comisión. Merkel y Sarkozy, por ese orden, tratan de sacar
réditos políticos con la vista puesta en las elecciones de 2012 (Francia) y 2013
(Alemania). A Europa la están matando los intereses nacionales: a ese juego se
ha sumado recientemente el
premier británico, David Cameron, aunque de la
jugada ha salido algo trasquilado.
13. El error Deauville. Quizá uno de los efectos más graves salidos de
la cumbre de Deauville es que el Consejo Europeo acuerda modificar el Tratado de
la UE para establecer un fondo permanente. Es el llamado Mecanismo Permanente de
Estabilidad (MEDE). La clave: detalla la manera en que los tenedores de bonos
tendrán que asumir pérdidas en futuras reestructuraciones. Esta propuesta no ha
hecho más que alimentar la inestabilidad en los mercados: ha sido como verter
gasolina en el incendio. Los tenedores de títulos públicos solo piensan en
deshacerse de ellos y solo están dispuestos a adquirirlos si es con mayores
intereses. La presión se lleva por delante a un tercer país, Portugal, que en
mayo de 2011 debe ser rescatado con 78.000 millones.
14. La Europa alemana. "La crisis es una oportunidad", dice el ya muy
manido mantra. La versión europea es que esa oportunidad consiste en dar otra
vuelta de tuerca. El Consejo de marzo aprueba otra de las pretensiones de
Alemania: el pacto del euro. Ya no se trata de establecer el máximo rigor en las
cuentas públicas, sino que se exige a los Estados un control de los salarios, la
productividad, los acuerdos de fijación de salarios, las pensiones. Todo parece
indicar que son recetas en la dirección equivocada si se aplican en todos los
lugares a la vez, una suerte de fundamentalismo insano. Daniel Gros, director
del CEPS, aduce que es un error considerar que "los excesivos déficits son la
causa de la crisis". En la zona euro el déficit público agregado es del 4% del
PIB, muy por debajo del 10% de Estados Unidos. En su opinión, "el problema es la
distribución de los ahorros dentro de la eurozona. Hay un exceso de ahorro al
norte de los Alpes; la reticencia de los ahorradores del Norte a invertir en la
periferia es la raíz del problema". En su opinión, "eso se podría resolver si el
BCE se convirtiera en comprador de última instancia de la deuda rechazada por
los mercados".
El BCE como salvador, una vez más. Pero el BCE no acaba de aparecer porque
Alemania se opone: "Es lógico que Berlín trate de asegurarse nuevas reglas antes
de abrir la mano respecto al BCE y los eurobonos. Reglas creíbles y eficientes
son necesarias y son parte importante de la operación para recuperar la
confianza que necesita Europa", explica Joachim Schmidt, del
think tank
berlinés RWI. El Nobel Paul Krugman suele recelar de quienes se empeñan en
reclamar austeridad para convocar al hada de la confianza, cuya varita mágica no
termina de aparecer.
15. Más Grecia y el misterio de la banca. Todas las propuestas
anunciadas están basadas sustancialmente en la austeridad y la desregulación
laboral. Pero no han logrado detener el deterioro de la situación. A mediados de
año el FMI empieza a sospechar que Grecia no podrá cumplir. En junio el contagio
llega a España e Italia, dos países grandes, dos grandes problemas. La aparente
solución llega en el Consejo de julio. Se acuerda un nuevo plan de rescate para
Grecia de 109.000 millones. Se anuncia que el sector privado contribuirá con
otros 50.000 millones, con una fórmula que nunca queda del todo clara: la banca
deja de ganar un 21%, pero en realidad las pérdidas son muy inferiores al 10%.
Eso sí, se reconoce que el programa anterior era insoportable, se rebaja el
interés de los préstamos al 3,5% y se alargan los plazos a 30 años.
Al mismo tiempo, se potencia el fondo temporal de rescate y se le faculta
para que recapitalice bancos, compre deuda en los mercados secundarios y ayude a
países de forma preventiva. Parece todo resuelto. Todo el mundo se va de
vacaciones pensando que esta vez sí. Pero la tormenta financiera de agosto echa
por tierra esas esperanzas.
16. El BCE entra en política. Entonces es de nuevo el BCE quien salva
los muebles. Reanuda la compra de deuda para evitar un desastre. Aunque esas
eran y son compras condicionadas: Trichet envía cartas a Madrid y Roma con
serias exigencias. Poco después, Italia anuncia un duro plan de ajuste y España
acuerda una reforma exprés de la Constitución, que implica la cuasi eliminación
del déficit. Efecto nulo: en septiembre, Barroso alerta de que la UE se enfrenta
a la mayor crisis de su historia.
17. Cumbre de octubre. Otro palo de ciego. El 27 de octubre, de
madrugada,
in extremis, los líderes reconocen que Grecia no tiene
solución si la banca no asume mayores pérdidas. Al mismo tiempo, hay que
reconocer que el FMI tiene razón y hará falta una recapitalización bancaria
mayor. Ese día Europa decide que hay que tratar de romper un círculo vicioso: el
de los bancos a los que los Estados deben rescatar, lo que agrava la situación
fiscal de las haciendas, lo que a su vez provoca una devaluación de la deuda
pública que penaliza a los balances de los bancos, que a su vez precisan un
nuevo rescate, y así
ad infinítum.
El resultado es una cumbre
histórica en la que supuestamente se
resuelve todo. Pero la historia es otra cosa. Hay avances, sí: las cifras que
precisa la banca empiezan a parecerse a la realidad (algo más de 100.000
millones), pero está por ver cuál será la aportación pública. Los bancos asumen
una quita del 50% de la deuda griega y la aportación de la UE al segundo rescate
de Grecia ascenderá a 130.000 millones, pero se desconoce cuál será la
participación del FMI. También se acuerda potenciar el fondo de rescate, pero
confiando en que chinos, brasileños y otros emergentes echen una mano.
Demasiados peros. La conclusión de la cumbre es la misma que en ediciones
anteriores: patada a seguir.
18. Credibilidad mermada. Y recesión a la vista. Lo más inquietante es
que los solemnes acuerdos de la UE cada vez tienen menos credibilidad. No se
cumplen, se contradicen o se corrigen como si nada. Pero ahora la situación es
peor porque la Comisión pronostica que Europa estará al borde de la recesión en
2012. Italia ya ha recaído. España está en camino. Los mercados, que antes
pedían recortes, ahora empezarán a pedir crecimiento. Olivier Blanchard,
economista jefe del FMI, describe esa paradoja aludiendo a "inversores
esquizofrénicos". Los doctores del medievo creían que sangrando a sus pacientes
se les podía curar: el efecto era el contrario, una mayor debilidad. "Los
mercados reaccionan positivamente a un mayor control del déficit, pero después
negativamente cuando eso lleva a un menor crecimiento, lo que a menudo sucede",
avisa Blanchard.
19. Vienen más recortes. El impaciente inglés. El 9 de diciembre los
líderes vuelven a reunirse para intentar detener la sangría. Empieza a imponerse
la solución final: el trasfondo es que Alemania acepte un mayor protagonismo del
BCE en la compra de deuda o la emisión de eurobonos a cambio de un pacto fiscal
más estricto. Los líderes acuerdan más unión fiscal, pero de momento el BCE no
reacciona. La gran sorpresa es la ruptura con Reino Unido, que exige importantes
salvaguardas para la City. Ello supondrá un nuevo acuerdo internacional; es
decir, un Tratado para reforzar la disciplina fiscal de la zona euro, abierto a
los demás países. Lo más importante es que se pacta una importante
rectificación: los bancos no participarán en las pérdidas de la deuda. Se
proclama que Grecia es un caso excepcional. Pero tampoco esto queda del todo
claro porque se decide seguir los criterios del FMI, que no excluyen esta
posibilidad.
20. Europa dividida. Otra cumbre sin soluciones. Ahora la tarea es
acordar contrarreloj dos tratados internacionales: uno para concretar el pacto
fiscal de la zona euro y otro para activar el mecanismo permanente de ayudas.
Todo eso, en los primeros meses de 2012. Mientras la banca sigue sin dar
créditos. Mientras la UE está ante una deriva intergubernamental, con la
Comisión y el Parlamento como convidados de piedra.
2011 se cierra con una Europa más dividida que nunca. Con la banca
paralizada, a la vista de si los últimos y multimillonarios auxilios sirven para
animar a las entidades a volver a prestar: de lo contrario el estancamiento será
doloroso. A ese sombrío horizonte se suma un lío de reformas institucionales de
consecuencias impredecibles. Y ni una sola decisión para desencallar el
crecimiento y el empleo en una UE pilotada por la derecha que solo cree en la
austeridad y la disciplina, a pesar de los fracasos recogidos especialmente en
Grecia y Portugal. Próxima parada, 2012. Abróchense los cinturones.
Fuente:
http://www.elpais.com/articulo/primer/plano/ano/dificil/euro/elpepueconeg/20120101elpneglse_2/Tes
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