Todos
esos relatos han servido para que hayamos conocido innumerables
detalles sobre ese periodo y ha servido para documentar una gran
cantidad de libros, series y películas de la época, teniendo asumidos
como ciertos y característicos de aquella sociedad algunos datos que en realidad no ocurrieron tal y como nos lo han explicado.
Muchos son los personajes destacados de aquel periodo y, posiblemente, los ‘gladiadores’ son de los más famosos pero también de los que más inexactitudes y datos inexactos hemos recibido. Uno de los errores más comunes
es centrar ese tipo de combates solo en Roma y su imperio, ya que
existen numerosas evidencias que otros pueblos y culturas mediterráneas
también lo realizaban (como por ejemplo en la Antigua Grecia).
Tenemos
asociada la figura del gladiador con la de unos tipos fornidos que se
dedicaban en cuerpo y alma a prepararse para luchar a vida o muerte en
un solo combate e incluso numerosas las historias en las que se indican
que estos eran esclavos. También nos han explicado que cuando uno de
ellos caía herido a la arena era el emperador de turno (o autoridad que
presidía el acto) quien decidía si se le daba muerte o perdonaba la
vida, todo ello animado por el público enfervorecido y, además,
indicándolo girando el dedo pulgar hacia arriba o hacia abajo.
Esto es inexacto, ya que en realidad la
mayoría de aquellos enfrentamientos eran puro espectáculo para
entretener y divertir al público, pero sin tener que recurrir a la lucha
a vida o muerte entre luchadores. Se trataba de una lucha algo
fingida (algo así como hacen los participantes del pressing catch de la
WWE, en la que la mayoría de los golpes y caídas son fingidos) en la
que los dos contrincantes le metían una gran dosis de exageración y
teatro, con el fin de darle más espectacularidad.
Los
gladiadores eran contratados para dar un espectáculo a la plebe, que
acudía a los coliseos con ganas de pasar un buen rato. Los luchadores
sabían que cuanto más paripé pusieran en sus peleas más entusiasmado
estaría el público y mayor sería la popularidad que alcanzaban. Además,
la mayoría de esos combates no se realizaban únicamente como
entretenimiento popular, sino que se enmarcaban dentro de una serie de
actos para homenajear la memoria de algún personaje importante que había
fallecido e incluso de deidades concretas en la fecha fijada para
honrarlas.
El gladiador de élite (y libre) era conocido como ‘autoracti’
y, al igual que hoy en día con cualquier deportista de primer nivel, se
les hacía contratos en exclusiva y recibían un generosos pago por sus
servicios.
Evidentemente
hay que señalar que sí se celebraron algunos combates a vida o muerte,
pero estos eran poquísimos en comparación con los que se trataba de
únicamente espectáculo de entretenimiento.
El tema del pulgar (pollice verso)
para indicar cuál debía de ser la suerte del contrincante derrotado
también tiene ciertas discrepancias sobre lo que nos han explicado y
cómo se hacía realmente.
En
aquellos enfrentamientos a vida o muerte, el dedo pulgar hacia arriba
era, en realidad, el que determinaba que el gladiador en el suelo debía
morir y no se hacía señalando al cielo sino poniéndoselo bajo la
garganta el encargado de tomar la decisión e indicarla (una señal que
significaba que había que degollarlo). Un gesto que es todo lo contrario
a como nos lo han mostrado a través del cine, televisión y la
literatura.
Para
conceder el perdón dos eran las señales con el pulgar: apuntando al
suelo (que indicaba al gladiador ganador que clavara su espada en la
arena y así terminar el combate) o contrayendo el dedo y metiéndolo
dentro del puño (pollice compresso) con lo que se le
concedía una especie de gracia, debido a que el perdedor solicitaba
desde el suelo que se le permitiera seguir viviendo. Para ello, el
gladiador derrotado debía extender su brazo y enseñar los dedos índice y
corazón.
Fuente: https://es.noticias.yahoo.com/algunos-datos-sobre-gladiadores-que-no-son-realmente-tal-como-nos-han-explicado-121657273.html
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