La amplitud
del vocabulario personal permite una identificación mayor de las palabras y
frases y, por tanto, una mayor comprensión y velocidad lectoras. Una palabra
desconocida exige prestarle más atención y, por tanto, se corta el ritmo de
lectura. Hacer uso de un buen diccionario e introducir las palabras nuevas
aprendidas en la conversación y en los textos escritos ayudará a fijarlas y a
enriquecer nuestro modo de expresión.
La lectura
es, sin duda, la actividad de mayor importancia en el estudio. La persona que
lee bien -es decir, que lo hace a una velocidad adecuada y además comprende lo
que lee-, tiene una gran ventaja en su labor de estudio. Las posibilidades de
mejorar en la lectura, en su doble aspecto de mayor velocidad y comprensión,
son prácticamente ilimitadas. La capacidad lectora se adquiere con la práctica:
se aprende a leer bien, leyendo.
Con el fin
de ampliar el campo de lectura, es decir, el número de palabras que podemos
abarcar en una sola fijación de la vista, conviene practicar todos los días el
siguiente ejercicio:
- Emplear un libro de lectura fácil o una columna de texto de cualquier periódico o revista que resulte agradable.
- Leer a la mayor velocidad posible, pero solamente las primeras y las últimas palabras de cada línea.
- Forzar los ojos, tratando de abarcar cada vez un mayor número de palabras de un solo golpe de vista, hasta que seamos capaces de leer normalmente una línea del libro de lectura en tres o cuatro fijaciones.
- Utilizar cada día páginas distintas del libro o columnas diferentes del periódico o revista.
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