Hay una costumbre cuando uno se casa que se pierde en la noche de los
tiempos. Me refiero a la de lasamonestaciones.
Es una costumbre iniciada por Carlomagno, rey y emperador de los francos y fundador del Imperio Carolingio, por el lejano año 800.
En la época, las aventuras amorosas extramaritales eran muy frecuentes en todas las clases sociales, por lo que se producían frecuentemente bodas entre hermanos sin que ellos supieran, pues eran hijos de diferente madre y aparentemente de diferente padre, pero luego resultaba que el padre era el mismo...
El Emperador, preocupado por los evidentes problemas que provocaban en el Imperio estos matrimonios consanguíneos, tomó la medida de colocar en la puerta de la Iglesia varios días antes, en concreto siete, un aviso de la boda, para que si alguien conocía la verdadera situación consanguínea de los futuros cónyuges avisara para evitar malos mayores. Parece que la medida tuvo su éxito, a pesar de que la difusión de los avisos en esa época no era excesiva y además la mayoría de la gente no sabía leer, como recuerdan muchos de los anecdotarios que citan la anécdota, pero, aun así, parece que se evitaron muchos matrimonios entre hermanastros, que se enteraron antes de la boda de que su padre no era precisamente quien todo el mundo creía y la costumbre permaneció hasta nuestros tiempos.
Es una costumbre iniciada por Carlomagno, rey y emperador de los francos y fundador del Imperio Carolingio, por el lejano año 800.
En la época, las aventuras amorosas extramaritales eran muy frecuentes en todas las clases sociales, por lo que se producían frecuentemente bodas entre hermanos sin que ellos supieran, pues eran hijos de diferente madre y aparentemente de diferente padre, pero luego resultaba que el padre era el mismo...
El Emperador, preocupado por los evidentes problemas que provocaban en el Imperio estos matrimonios consanguíneos, tomó la medida de colocar en la puerta de la Iglesia varios días antes, en concreto siete, un aviso de la boda, para que si alguien conocía la verdadera situación consanguínea de los futuros cónyuges avisara para evitar malos mayores. Parece que la medida tuvo su éxito, a pesar de que la difusión de los avisos en esa época no era excesiva y además la mayoría de la gente no sabía leer, como recuerdan muchos de los anecdotarios que citan la anécdota, pero, aun así, parece que se evitaron muchos matrimonios entre hermanastros, que se enteraron antes de la boda de que su padre no era precisamente quien todo el mundo creía y la costumbre permaneció hasta nuestros tiempos.