La anécdota sobre cómo el científico polaco Rudolf Weigl logro salvar la vida a cientos de compatriotas judíos,
tras la entrada de los alemanes en el país, al mismo tiempo que mantuvo
engañados a los nazis y todo ello lo hizo con la ayuda de cientos de
piojos.
Fuente:https://es.yahoo.com/noticias/el-cientifico-que-gracias-los-piojos-engano-los-nazis-y-logro-salvar-la-vida-cientos-de-judios-polacos-080940148.html
Rudolf Weigl era un reputado investigador que, en la década de 1930, desarrolló una efectiva vacuna contra el tifus epidémico. Gran parte de su trabajo se basaba en las investigaciones realizadas en 1909 por Charles Nicolle en el Instituto Pasteur de París.
Tras
la invasión alemana de Polonia, Weigl se encontraba trabajando en dicha
vacuna en el instituto que llevaba su mismo nombre en la población de Lwów (actualmente llamada Lviv y perteneciente a Ucrania desde tras finalizar la IIGM).
Si
había algo que respetaban los nazis eran las investigaciones médicas y
el hecho de que Rudolf Weigl hubiese desarrollado dicha vacuna (la cual
debía mejorar y crear millones de dosis) hizo que los jerarcas del
Tercer Reich decidieran dejarle trabajar a sus anchas, facilitándole
todo lo que precisase.
El tifus
se había convertido en una enfermedad epidémica que temían que pudiese
afectar a los soldados y población alemana, de ahí que le permitieran
trabajar cómodamente en su laboratorio e incluso que dispusiera de su
propio radiotransmisor (algo prohibidísimo y perseguido).
El
doctor Weigl rápidamente se dio cuenta que muchos de sus compatriotas
polacos estaban siendo encerrados en guetos o llevados a campos de
concentración (donde la mayoría eran aniquilados).
Por
tal motivo ideó un plan para poder salvar el máximo de vidas, ya no
solo con sus vacunas sino reclutando el mayor número posible de
voluntarios que se sometiesen a las picaduras de piojos.
Como
bien se sabe, una de las mayores transmisiones de la enfermedad del
tifus es a través de los piojos, pero no por su picadura en sí, sino que
son sus heces las que están contaminadas y se transmite/infecta en el
momento que alguien se rasca y mezcla ese deshecho orgánico del insecto
anopluro con la sangre.
Para
ello realizó unas pequeñas cajas (que tenían un pequeño orificio en el
reverso) en las que se colocaba un piojo (pulga, chinche, o garrapata)
en cada una y que se ataban varias en las extremidades de los
voluntarios con unas correas. Los insectos cuando ‘tenían hambre’
picaban a su alimentador y éstos, por mucho que le doliese dicha
picadura, no podían rascarse, por lo que no contraían el tifus.
Weigl
necesitaba tener miles de ejemplares bien alimentados de sangre de
personas sanas para después crear todas las dosis necesarias para las vacunas contra el tifus.
Así
fue como muchos de sus amigos y colegas se colocaron a trabajar como
voluntarios alimentadores de piojos. Solo tenían que prestar el servicio
unas pocas horas al día y el resto del tiempo volvían a los guetos en
los que se les obligaba vivir. A través de ellos el científico pudo
hacer llegar miles de dosis de la vacuna a personas en serio riesgo de
morir de tifus (debido a la gran cantidad de piojos que había en esos
lugares).
Como
nota anecdótica, cabe destacar que uno de los voluntarios que se
dedicaron a alimentar los piojos del laboratorio de Rudolf Weigl fue el
célebre matemático Stefan Banach, quien iba a ser
apresado por los alemanes pero que logró salvar su vida gracias a que el
científico lo contrató en su instituto. Banach logró sobrevivir a los
nazis, pero lamentablemente falleció tras finalizar la IIGM a causa de
un cáncer de pulmón.
Fuente:https://es.yahoo.com/noticias/el-cientifico-que-gracias-los-piojos-engano-los-nazis-y-logro-salvar-la-vida-cientos-de-judios-polacos-080940148.html
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