Un viento de unos cien kilómetros por hora pudo haber provocado la
separación de las aguas en el Mar Rojo y permitido el paso de los
israelitas guiados por Moisés, tal como relata la Biblia en el Exodo,
según un estudio basado en catorce modelos realizados por ordenador. La
investigación no busca negar la intervención divina, sino examinar la
posibilidad de que efectivamente las aguas se abrieran y ofrecieran el
cruce a pie a través del lecho del mar, algo a lo que da credibilidad.
El estudio, realizado por el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Estados Unidos y la Universidad de Colorado, sitúa el paso del Mar Rojo muy cerca del Mar Mediterráneo, donde mediciones a través de satélite muestran que un antiguo brazo del delta del Nilo se acercaba al lago Tanis, de poca profundidad y próximo a la costa, cerca de la actual ciudad de Port Said. La fuerza del viento habría repartido las aguas del Mar Rojo -la lengua que sube desde Suez- entre el lago y el brazo del Nilo.
Los científicos creen que un viento de cien kilómetros por hora soplando desde el este durante doce horas habría dejado al descubierto un lecho barroso de algo más de tres kilómetros de largo por casi cinco de ancho por un período de cuatro horas. Se habría tratado de un tiempo suficiente para permitir el paso de los israelitas así como para llegaran sus perseguidores egipcios, que de acuerdo con el relato bíblico, también recogido por el Corán, habrían sido atrapados en el regreso de las aguas a su estado original.
El estudio, realizado por el Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Estados Unidos y la Universidad de Colorado, sitúa el paso del Mar Rojo muy cerca del Mar Mediterráneo, donde mediciones a través de satélite muestran que un antiguo brazo del delta del Nilo se acercaba al lago Tanis, de poca profundidad y próximo a la costa, cerca de la actual ciudad de Port Said. La fuerza del viento habría repartido las aguas del Mar Rojo -la lengua que sube desde Suez- entre el lago y el brazo del Nilo.
Los científicos creen que un viento de cien kilómetros por hora soplando desde el este durante doce horas habría dejado al descubierto un lecho barroso de algo más de tres kilómetros de largo por casi cinco de ancho por un período de cuatro horas. Se habría tratado de un tiempo suficiente para permitir el paso de los israelitas así como para llegaran sus perseguidores egipcios, que de acuerdo con el relato bíblico, también recogido por el Corán, habrían sido atrapados en el regreso de las aguas a su estado original.
El estudio, titulado “Dinámicas del viento en Suez y el
este del delta del Nilo”, cita a un general británico del siglo XIX que
anotó su experiencia en el lago Tanis. “Llegó un gran vendaval del este y
se hizo tan fuerte que tuve que dejar de trabajar”, explicó. A mañana
siguiente, el lago “había desaparecido totalmente y los nativos paseaban
por allí sobre el barro”.
“A la gente siempre le ha fascinado esta historia del
Exodo, preguntándose qué de verdad hay en ello. Lo que este estudio
muestra es que la descripción de la partición de las aguas realmente
tiene base en leyes físicas. La partición puede entenderse mediante la
dinámica de fluidos. El viento mueve el agua de un modo que, de acuerdo
con leyes físicas, crea un pasillo seguro con el agua a los dos lados y
luego abruptamente permite que el agua vuelva a su sitio”, afirma Carl
Drews, responsable de la investigación.
Autor: Emili J. Blasco http://www.abc.es/20100922/ciencia/moises-agua-201009220759.html