Una pieza de poliuretano puede tardar 450 años en descomponerse. Lo mismo aproximadamente para el poliuretano termoestable. Está claro que se deben buscar plásticos biodegradables que solventen este inconveniente tan grave. El problema es que difícilmente se pueden conseguir esas propiedades del poliuretano que le confieren tantas aplicaciones. Además, muchos no son tan biodegradables como prometen. Por eso, un equipo internacional de científicos ha diseñado un plástico que se autodestruye cuando ya no lo necesitas.
Se trata precisamente de poliuretano termoestable, pero en su interior contiene esporas bacterianas que se mantienen inactivas durante su vida útil, pero se activan en el momento en el que el plástico se desecha, promoviendo la proliferación de bacterias capaces de degradarlo.